martes, 12 de mayo de 2009

Por una sociedad re-formada



Resulta muy común oír a un joven decir que al terminar el secundario piensa seguir una carrera universitaria, más aún resultaría impensado que no tuviera la posibilidad de elegir. Sin embargo, no hace mucho que la juventud argentina cuenta con esta posibilidad, han pasado grandes luchas y tragedias para llegar a ser lo que hoy es la universidad pública.

Hace no mucho, sólo poco más de 90 años, la universidad estaba constituida por un sector privilegiado, era un lugar donde no se imaginaba a un alumno que no sea de la clase burguesa. Por otro lado, ésta estaba fuertemente influenciada por el sector del clero, lo que producía que teorías como las de Darwin fueran ignoradas en los planes de estudio, debido a que iba en contra de los intereses de las autoridades.

Créase o no esto fue así, y seguiría así en la actualidad de no ser por la inquietud de un amplio sector de estudiantes cordobeses que sintieron la inquietud de que este sistema no daba para más, que llegaba la hora del cambio.

Curiosamente Buenos Aires se perdió de ser el protagonista de ésta historia, ya que el principio de la revolución estalló en Córdoba. Todo el panorama estaba dado para la democratización de los estudios superiores, debido a que a las ideas del mayo francés se sumaba la posibilidad de elección que había disparado años atrás la aparición de la Ley Saenz Peña.

La aparición de personajes como Deodoro Roca, uno de los pilares de los logros obtenidos, fue el encargado de redactar el Manifiesto Liminar de la Federación Universitaria de Córdoba, con el cual al contar lo que sucedía, logro juntar suficientes adeptos a la causa y de esta forma hacer del sueño reformista su lucha.

Con las ideas de 1918 fueron apareciendo los primeros centros y ganas de participación electoral, sin embargo tuvieron que pasar huelgas, violencia, intervenciones y una elección en donde los estudiantes no pudieron participar, para que todo esto llegara de una vez por todas a un cambio de raíz.

Una vez que las quejas de los reformistas llegara al Presidente (por aquél entonces Hipólito Yrigoyen), para que se realizara una elección en la que los estudiantes tuvieran voz y voto y así también revertir el sistema que venía imperando en las escasas universidades de la época.

No sólo se lograron cosas como la docencia libre, concursos públicos y cátedras paralelas, entre otros, sino que también se dio el puntapié inicial para un cambio estructural en las universidades latinoamericanas, sin lugar a dudas un hecho por el que el país debería sentirse orgulloso, ya que hoy día no hay tantas cosas para estarlo.

La educación en la actualidad argentina, por más que haya obtenido todos estos avances, todavía debe corregir esos pequeños pliegues que hacen que luego de 91 años todavía existan personas que no puedan sentirse “formadas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario