martes, 23 de junio de 2009

Las Malvinas… ¿argentinas?


La guerra de Malvinas es un hecho que sin lugar a dudas marcó a fuego a las personas y al destino del país, fue el último paso del terror impuesto por el Gobierno militar, con el que se cerró definitivamente las puertas a toda posibilidad de continuidad y quebró cualquier posibilidad de retorno a esas épocas violentas.

Todo el conflicto por la soberanía o no de las islas no resultaba nuevo en 1982, esto venía de una disputa por el territorio desde 1832, en el cual Argentina intentó colonizarlas para hacer valer sus derechos sobre las antiguas posesiones españolas, sin embargo y sin éxito alguno Inglaterra reafirmó su soberanía y expulsó a la población argentina en las islas.

Con nada más ni nada menos que 150 años de distancia a ese momento, resultaba una buena estrategia política ver que se podía hacer al respecto, dado que el gobierno militar estaba en la cuerda floja necesitaba imponer en el pueblo argentino el espíritu de patriotismo.

En 1981, Leopoldo Galtieri, dio máxima prioridad a la devolución de las Malvinas y comenzó a gestar lo que en un principio fue una ofensiva diplomática que, en caso necesario, culminaría en una acción militar en otoño de 1982.
Sin embargo, el Gobierno militar se sentía muy seguro, ya que no existían indicios que el gobierno británico estuviera interesado en conservar la colonia, por más que los isleños se resistían a cualquier tipo de cesión de soberanía a Argentina. Por lo tanto, sin respuesta de ningún organismo internacional y bajo el aval de una plaza de mayo colmada de gente, Galtieri y su borrachera a cuestas lanzó su última carta en el poder.
Mientras tanto, en la vereda de enfrente estaba Margaret Thatcher (Primer Ministra Británica por ese entonces), que tampoco el panorama la favorecía, el desempleo crecía y de a poco iba perdiendo el poder sobre sus colonias. Por todos estos factores, ir a la guerra le servía como anillo al dedo para afianzar su imagen en la población inglesa, esto provocó que se rompa la torpe esperanza de Galtieri de que ese país no se involucrara.
El 2 de abril se produjo la invasión, ante una pequeña formación inglesa instalada en las islas, una vez que se dio este primer indicio, el 3 de abril las topas inglesas se prepararon para ir a las islas. Cabe destacar que estas tropas estaban preparadas táctica y militarmente, mientras que las tropas argentinas en su mayoría eran soldados que estaban en el servicio militar y que no tenían instrucción suficiente, siendo éste uno de los agentes más importantes para el posterior triunfo inglés.
Con el hundimiento del crucero General Belgrano, en donde fallecieron 323hombres., el conflicto se tornó más áspero aún y el contraataque Argentino al hundir a un destructor británico, el HMS Sheffield , sirvió para que la violencia se instalara definitivamente en las islas.
Programas de Tv., tapas de revistas con mensajes tales como “Seguimos Ganando”, eran cosas comunes por aquellos días en dónde el Estado controlaba todos los medios. Sin embargo y tras una mediación del Papa Juan Pablo II, la guerra (que no daba para más) llegó a su final, con un saldo trágico para la Argentina y definitivo para el gobierno de facto.

Las víctimas no sólo murieron allí, sino que aún siguen en el país sufriendo las consecuencias de un Gobierno militar capaz de hacer todo por asentarse en el poder. Todavía es una cuenta pendiente para cada Presidente constitucional actuar ante el reclamo por la soberanía, pero esta vez se puede afirmar que se luchara con un arma más poderosa: la democracia.

Una Deuda Interna


¿Qué fue de esos años en donde escuchar algo sobre la deuda externa era algo cotidiano?, por fortuna ese término desapareció de la jerga diaria de los argentinos, sin embargo y por más que no se distinga, sigue rondando por los aires del país.

Nadie lo sabe bien, pero cada argentino está más endeudado de lo que cree, si así es, por más que cueste aceptarlo, cada ciudadano de la Nación debe aproximadamente 4000 dólares de deuda externa, aunque al no estar enterados no se pueden dar cuenta de la magnitud del hecho.

Pero cabe realizar la pregunta ¿alguna vez no estuvimos endeudados? O mejor aún ¿cómo es que nos endeudamos tanto? La historia puede encontrar su comienzo más turbio con la llegada del gobierno militar en 1976, la inclusión de un ministro de economía bastante amigo de los sectores altos, como lo fue Martínez de Hoz, no ayudo demasiado al sistema económico que ya estaba viniendo en declive hacia fines del gobierno peronista.

Medidas tales como la bicicleta financiera (donde se implementó la especulación a través de la “tablita financiera”, por la cual se estaba al corriente del precio del dólar y luego los capitales se fugaban del país) , el acto de buena fe con los empresarios al estatizar la deuda privada y por último la inversión en armamentos debido a las posible guerra con Chile y posteriormente Malvinas, dejo un incremento en la deuda de aproximadamente de 37.300 millones de dólares.

Luego de ésta hecatombe, llego el turno de la democracia, sin embargo al gobierno de Raúl Alfonsín no le fue mejor, el mal contexto económico llevo a que se emitiera moneda, las malas medidas económicas y el surgimiento de un nuevo enemigo que fue la hiperinflación, provocaron que se dé por sentado que no se podía pagar ningún tipo de deuda y que además que ésta iba creciendo a medida que el tiempo transcurría. Entonces, llego el turno del Dr. Menem, y ahí si estuvo el golpe de gracia para el knock out económico: la privatización de empresas del estado que sustentaban los fondos nacionales y el emergente pedido de más préstamos. (Más el toque de corrupción característico de aquellos años)

Todo esto desemboca en la tan sufrida circunstancia que le tocó vivir al país cuando tuvo cinco Presidentes en una semana, y que a alguno que duro un día se le haya escapado “no vamos a pagar la deuda”, aplauso de por medio.
Luego de la salida polémica de Rodriguez Saá, con la llegada de Duhalde y la posterior asunción de Néstor Kirchner, los ánimos sociales fueron más esperanzadores hasta el día en el que el ex Presidente patagónico canceló la deuda con el FMI US$ 9810 millones. Sin embargo y aunque muchos lo crean así, el final de la historia no está ahí.

Todavía el país sigue endeudado (aproximadamente la deuda es de US$ 226 mil millones), la diferencia es que nadie lo dice, y es una pelota que se patea para adelante, el problema va a ser el día en el que el Estado argentino alcance esa pelota y tenga que definir la jugada.

Carta de un "Perejil" a un "derrotado" (respuesta a Feimann)


¿Como le va señor 1970?, espero que bien, yo todavía conmocionado por las líneas que me tocaron leer y enterarme, así de repente, que soy un “perejil” más del montón. La verdad que no me resulto grata la calificación que le dio a mi generación, si bien por momentos nos defendió asegurando que somos hijos de la derrota, tengo algunas pequeñas cosas que reprocharle.

En primer lugar, usted afirma que su generación tiene historia y nosotros no, tal vez preferiría definirlo como que ustedes vivieron esa historia y en cierto modo nosotros recibimos las consecuencias, malas o no, pero consecuencias al fin.

En segundo lugar, el mundo era otro, había aroma a revolución por cualquier pared del planeta, se puede pensar que la historia en el modo de rebelión la comenzó uno y después todos los demás se animaron y lo siguieron. Pero en definitiva es admirable el hecho de que se hayan animado, y firmes a sus convicciones, hayan salido a pelear por aquellos ideales que les parecían correctos.

A parte de estas mínimas cuestiones me gustaría hacer un breve comentario acerca de lo que usted menciona y siente como el flagelo de no poder decir la palabra Perón y además se vanagloria de haber tenido a todos los Perones y nosotros a ninguno. Le aviso que mi generación sabe bien que Perón no era un hombre que encajonaba peras, lo conocemos muy bien a pesar de no haber vivido ninguno de sus gobiernos, dicen por ahí que fue una leyenda, que fue el primer trabajador, y debe haber sido tan importante en verdad que hasta hoy su imagen sigue intacta. El problema, señor 1970, es que conozco en mi época a muchos políticos que hicieron cosas en su nombre de su líder y en verdad, no nos hicieron muy bien ni a mí ni a mis “perejiles” amigos.

Pero en mi interior, por lo que cuenta, si debe haber sido un gran dirigente como para desear en voz baja su pronto regreso; discúlpeme el atrevimiento, pero no creo que usted sepa lo que se siente no querer que vuelva un político.

Sé que hubo enfrentamientos, que le habrá tocado vivir una etapa oscurísima del país, quizás la peor, y aunque me duela aceptarlo me doy cuenta que no haremos historia como ustedes.

De “perejil” a “derrotado” me despido considerando que ambos somos víctimas de todo lo sucedido, usted ideológicamente y yo tal vez por la imposibilidad social de desarrollar una ideología, así que en cierta forma, aunque nos separen un par de décadas se puede decir que no estamos tan distanciados como usted cree.

Lo saluda atentamente. Señor 1990

“Todo lo que necesitas es amor”… y revolución


Hoy en día se ve a un mundo cargado de protestas, rebelión y búsqueda de una libertad de expresión y derechos igualitarios que resultan tal vez algo cotidiano, nada fuera de lo común. Sin embargo existió un momento en la historia en dónde todo lo que era natural se dio vuelta, dónde las mentes empezaron a abrirse y luchar por lo que realmente buscaban, por robar la felicidad que ellos aseguraban que le estaban comprando, éste movimiento quedo marcado a fuego como el mayo francés.

Surgió como una búsqueda de un cambio significativo en las costumbres tanto políticas (era época de un planeta dividido en dos bloques: el capitalista y el comunista), como de la vida diaria. Se buscaba romper con ese aburrimiento que signaba principalmente a los estudiantes universitarios, tenían la necesidad de encontrar algo nuevo, que los liberara.

Era un contexto ideal, era la plena explosión de la liberación femenina, de bandas íconos de la época como los Beatles que pregonaban por la paz y el amor, el surgimiento de la cultura hippie, de drogas como el LSD y de ideas revolucionarias instauradas en los jóvenes estudiantes luego de la muerte del “Che” Guevara en 1967.

Aunque el escenario estaba casi listo, resultaba difícil imaginar un intento de revolución en Francia, dado que la Administración del país estaba a cargo de Charles de Gaulle, quién años atrás fuera el líder de las fuerzas armadas francesas que expulsó a los alemanes durante las 2º Guerra Mundial.
No obstante, esto poco les importo a los jóvenes y comenzaron a gestar lo que seria su grito de protesta. Contando con el apoyo de pensadores de la época (como Herbert Marcuse por ejemplo), las marchas no se hicieron esperar e invadieron el Barrio Latino, sitio en dónde se concentraron las manifestaciones y la represión policial no se hizo esperar.

Pero ni la represión, ni el posterior estado de sitio que decretar el presidente los iba a frenar; durante el tiempo que duró lo que fue denominado la “semana rabiosa” (del 3 al 15 de mayo de 1968) lograron el apoyo de la Juventud Comunista Revolucionaria, el Partido Socialista Unificado y los anarquistas, más tarde se le sumaría la CGT.

Éste recorrido de días les permitió autogestionar las universidades, un acontecimiento profundamente ligado a lo que fue la reforma de 1918 en Argentina y establecer una creativa cultura de graffitis, pintadas, pancartas con dibujos y leyendas que iban desde lo político y económico hasta lo social y laboral.

El movimiento llegó a paralizar al país, y movilizar a más de 1 millón de personas en busca de la transformación, sin embargo y por más que los intentos hayan sido muchos, carecieron de una conducción política y eso derivo en el final sin logros aparentes del movimiento.
Los sindicatos negociaron sus sueldos con el gobierno y la alianza con los estudiantes se terminó, hubo elecciones a finales de junio de ese año y de Gaulle volvió a ser elegido, dando prácticamente por sentado que las cosas no iban a cambiar y aunque años más tarde haya asumido un presidente socialista, la transformación anhelada no se hizo realidad.

Muchos dicen que fue un fracaso, que no impacto en la política como se esperaba, pero sembró nuevos ideales que prevalecieron más allá del tiempo y cambios sociales profundos que conviven hoy en día en la mayoría de las comunidades.
Entonces la definición que le da la sociedad a los hechos de mayo del 68 es la de revolución a medias, aunque mejor sería definirla en una de las frases que utilizaron durante la rebelión estudiantil: “No es una revolución, majestad, es una mutación”.

La Leyenda del "Primer Trabajador"






Todos los argentinos no pueden ignorar la historia del país y menos el nombre de Juan Domingo Perón, el personaje político más importante de los últimos 60 años, pero ¿cómo fue el surgimiento de éste líder carismático?, no todos lo saben, pero lo que hay que destacar es la gran astucia con la que llevo a cabo diferentes proyectos, siempre centrados en los que, hasta entonces, no tenían un rol importante dentro de la escena política: el pueblo.

Luego de un arduo trabajo en la vicepresidencia de la nación y el ministerio de guerra en el gobierno de facto comenzado en el 43, Perón se encargo del ministerio de trabajo y previsión, rol supo aprovechar para mover las piezas justas y así ganarse el apoyo de los sindicatos. Pero como la competencia no le gustaba al gobierno militar, fue desposeído de sus cargos y detenido. Sin embargo éste hecho lejos de perjudicarlo fue el golpe de gracia para que todo lo que viniera fuese a su favor.

Es así como en el año 1945, el 17 de octubre más precisamente, surgieron movilizaciones espontáneas (difícil de imaginar en la actualidad, en un país que desconfía de todos los que están al mando), encabezadas por trabajadores y sindicalistas, en busca de la inmediata liberación del, en ese entonces, Coronel Perón y posicionando en un rol importante a un personaje fundamental en el futuro: Eva Duarte, quién también a partir de ese momento marcaría a fuego su imagen en el inconciente colectivo del país.

Lo que no se cuenta de ésta historia es que hubo disturbios, ataques a diarios, a universitarios que estaban en contra del pensamiento de Perón y que además ese fue el comienzo de la cultura de marchas, movilizaciones, asados al aire libre entre “compañeros” y todo lo que para esta época resulta cotidiano. Sin embargo las versiones oficiales dejaron de lado lo oscuro detrás de los hechos y sacaron a relucir el gran triunfo que resultó la liberación impulsada por el pueblo.

Desde 1946 en adelante, Perón se ganó el amor y el odio de muchos, le mostró los dientes a quién se los tuvo que mostrar y logró conformar un partido imposible de imaginar antes, en donde no se representaba los intereses de un sector en particular, sino que la base estaba dada en lo popular, y así fue, hasta que por cosas del destino y malas jugadas políticas con quienes no debía meterse, culminaron en su salida por la puerta de atrás en 1955.

Prohibido pero no olvidado por sus seguidores, luego de casi 20 años regreso y gobernó por un corto período entre 1973 y 1974, pero el escenario ya era otro.
Con su muerte surgía la leyenda (cuestionable o no) y a partir de ese momento se siguieron moldeando personajes que intentaron imitarlo y se cubrieron con la frase: “Si Perón estuviera vivo hubiera…”, y los argentinos, al parecer impactados por lo que fue aquel líder, trataron de buscarlo en otros que al llegar al poder demostraron todo lo contrario a lo que fueron las medidas de aquellos años.

Se llegó al punto de que los últimos dos presidentes quisieron evocar la imagen de Perón y Evita y marcar tendencia como en ese entonces, sin embargo no se dio y tal vez esa pérdida en el rumbo haga que la imagen de la Primer Mandataria y su marido estén cada vez más cuestionadas.

A 34 años de su muerte, aún sigue vigente y si bien existen sentimientos encontrados entre los argentinos, vale terminar con una reflexión de Juan José Sebrelli que engloba el por qué de la permanencia del pensamiento del político en la sociedad: “Perón hacía por ellos los gestos que ellos hubieran querido hacer, pero nunca se hubieran atrevido”.

martes, 12 de mayo de 2009

¿“Qué te pasa” Ley de radiodifusión?


Hasta en un problema familiar, por más simple que sea, una voz sola no basta, hay que escuchar muchas campanas para saber de donde proviene el eje de la cuestión, pero ¿qué sucedería si sólo se escucha a esa sola voz? Probablemente solo diría lo que le conviene y nada de lo que podría llegar a perjudicarlo.
De éste simple ejemplo se puede deducir que sólo se verá una pequeña porción de la realidad, eso mismo pasa cuando se concentran los medios en pocas manos, la gente tal vez no llegue a darse cuenta que la lucha de intereses a veces pesan más que la información en sí.

Hay que remontarse a 29 años atrás, el 15 de septiembre de 1980, en donde se dicta la tan famosa y polémica ley de radiodifusión, que terminó de completarse bajo el gobierno del dr. Menem en 1989 y básicamente, entre sus puntos más llamativos, se encuentran: la no protección del trabajo local, la concentración horizontal por vía de la admisión de multimedios y la aparición de holdings (Sociedades financieras que poseen o controlan la mayoría de las acciones de un grupo de empresas), permitir que una sola persona sea titula de 24 licencias de servicios (radio y TV) y además que las licencias duren 15 años y se puedan prorrogar por 10 años más.

La lista continúa y resulta obvio preguntarse ¿por qué el Estado con sus 25 años de democracia, sigue con una ley de la dictadura?, más factible aún se puede preguntar por qué los gobiernos que se impusieron como “revolucionarios”, no hicieron mucho por resolver este tema que afecta mucho a la gente que trabaja en los medios, dado que esta concentración también atenta con la poca oferta laboral.

Pero sin perder el rumbo del tema, se puede considerar el hecho que ninguno de los gobiernos del 83 hizo algo por cambiar la ley, dado que también existían intereses en los políticos de turno, para que los medios “pintaran” una situación totalmente distinta a la que estaba sucediendo, a cambio de que no se toque el privilegio con el que contaban y siguen contando los grupos mediáticos.

Sin embargo, el tiempo fue dejando una relación tensa entre los principales grupos y los gobernantes (un claro ejemplo es el que ocurre en la actualidad con el constante cruce de palabras entre Clarín y el gobierno), por tal motivo y después de más de 25 años de sancionada la ley, comenzó a gestarse lo que se supone será una reforma a la ley actual.

Demorada por diversas cuestiones, éste proyecto en contraposición con lo mencionado anteriormente provocaría que se exija el 70 % de producción nacional en las radios y 60 % en la TV, tener 10 licencias de servicios abiertos y éstas durarán 10 años y se podrán prorrogar por 10 más sólo por una previa realización de audiencias públicas.

Ya que la concentración de medios atenta contra la pluralidad informativa, el cambio resulta necesario, para de una vez por todas terminar con la cultura del “ojos que no ven, corazón que no siente”.

Por una sociedad re-formada



Resulta muy común oír a un joven decir que al terminar el secundario piensa seguir una carrera universitaria, más aún resultaría impensado que no tuviera la posibilidad de elegir. Sin embargo, no hace mucho que la juventud argentina cuenta con esta posibilidad, han pasado grandes luchas y tragedias para llegar a ser lo que hoy es la universidad pública.

Hace no mucho, sólo poco más de 90 años, la universidad estaba constituida por un sector privilegiado, era un lugar donde no se imaginaba a un alumno que no sea de la clase burguesa. Por otro lado, ésta estaba fuertemente influenciada por el sector del clero, lo que producía que teorías como las de Darwin fueran ignoradas en los planes de estudio, debido a que iba en contra de los intereses de las autoridades.

Créase o no esto fue así, y seguiría así en la actualidad de no ser por la inquietud de un amplio sector de estudiantes cordobeses que sintieron la inquietud de que este sistema no daba para más, que llegaba la hora del cambio.

Curiosamente Buenos Aires se perdió de ser el protagonista de ésta historia, ya que el principio de la revolución estalló en Córdoba. Todo el panorama estaba dado para la democratización de los estudios superiores, debido a que a las ideas del mayo francés se sumaba la posibilidad de elección que había disparado años atrás la aparición de la Ley Saenz Peña.

La aparición de personajes como Deodoro Roca, uno de los pilares de los logros obtenidos, fue el encargado de redactar el Manifiesto Liminar de la Federación Universitaria de Córdoba, con el cual al contar lo que sucedía, logro juntar suficientes adeptos a la causa y de esta forma hacer del sueño reformista su lucha.

Con las ideas de 1918 fueron apareciendo los primeros centros y ganas de participación electoral, sin embargo tuvieron que pasar huelgas, violencia, intervenciones y una elección en donde los estudiantes no pudieron participar, para que todo esto llegara de una vez por todas a un cambio de raíz.

Una vez que las quejas de los reformistas llegara al Presidente (por aquél entonces Hipólito Yrigoyen), para que se realizara una elección en la que los estudiantes tuvieran voz y voto y así también revertir el sistema que venía imperando en las escasas universidades de la época.

No sólo se lograron cosas como la docencia libre, concursos públicos y cátedras paralelas, entre otros, sino que también se dio el puntapié inicial para un cambio estructural en las universidades latinoamericanas, sin lugar a dudas un hecho por el que el país debería sentirse orgulloso, ya que hoy día no hay tantas cosas para estarlo.

La educación en la actualidad argentina, por más que haya obtenido todos estos avances, todavía debe corregir esos pequeños pliegues que hacen que luego de 91 años todavía existan personas que no puedan sentirse “formadas”.