martes, 23 de junio de 2009

Carta de un "Perejil" a un "derrotado" (respuesta a Feimann)


¿Como le va señor 1970?, espero que bien, yo todavía conmocionado por las líneas que me tocaron leer y enterarme, así de repente, que soy un “perejil” más del montón. La verdad que no me resulto grata la calificación que le dio a mi generación, si bien por momentos nos defendió asegurando que somos hijos de la derrota, tengo algunas pequeñas cosas que reprocharle.

En primer lugar, usted afirma que su generación tiene historia y nosotros no, tal vez preferiría definirlo como que ustedes vivieron esa historia y en cierto modo nosotros recibimos las consecuencias, malas o no, pero consecuencias al fin.

En segundo lugar, el mundo era otro, había aroma a revolución por cualquier pared del planeta, se puede pensar que la historia en el modo de rebelión la comenzó uno y después todos los demás se animaron y lo siguieron. Pero en definitiva es admirable el hecho de que se hayan animado, y firmes a sus convicciones, hayan salido a pelear por aquellos ideales que les parecían correctos.

A parte de estas mínimas cuestiones me gustaría hacer un breve comentario acerca de lo que usted menciona y siente como el flagelo de no poder decir la palabra Perón y además se vanagloria de haber tenido a todos los Perones y nosotros a ninguno. Le aviso que mi generación sabe bien que Perón no era un hombre que encajonaba peras, lo conocemos muy bien a pesar de no haber vivido ninguno de sus gobiernos, dicen por ahí que fue una leyenda, que fue el primer trabajador, y debe haber sido tan importante en verdad que hasta hoy su imagen sigue intacta. El problema, señor 1970, es que conozco en mi época a muchos políticos que hicieron cosas en su nombre de su líder y en verdad, no nos hicieron muy bien ni a mí ni a mis “perejiles” amigos.

Pero en mi interior, por lo que cuenta, si debe haber sido un gran dirigente como para desear en voz baja su pronto regreso; discúlpeme el atrevimiento, pero no creo que usted sepa lo que se siente no querer que vuelva un político.

Sé que hubo enfrentamientos, que le habrá tocado vivir una etapa oscurísima del país, quizás la peor, y aunque me duela aceptarlo me doy cuenta que no haremos historia como ustedes.

De “perejil” a “derrotado” me despido considerando que ambos somos víctimas de todo lo sucedido, usted ideológicamente y yo tal vez por la imposibilidad social de desarrollar una ideología, así que en cierta forma, aunque nos separen un par de décadas se puede decir que no estamos tan distanciados como usted cree.

Lo saluda atentamente. Señor 1990

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