martes, 23 de junio de 2009

“Todo lo que necesitas es amor”… y revolución


Hoy en día se ve a un mundo cargado de protestas, rebelión y búsqueda de una libertad de expresión y derechos igualitarios que resultan tal vez algo cotidiano, nada fuera de lo común. Sin embargo existió un momento en la historia en dónde todo lo que era natural se dio vuelta, dónde las mentes empezaron a abrirse y luchar por lo que realmente buscaban, por robar la felicidad que ellos aseguraban que le estaban comprando, éste movimiento quedo marcado a fuego como el mayo francés.

Surgió como una búsqueda de un cambio significativo en las costumbres tanto políticas (era época de un planeta dividido en dos bloques: el capitalista y el comunista), como de la vida diaria. Se buscaba romper con ese aburrimiento que signaba principalmente a los estudiantes universitarios, tenían la necesidad de encontrar algo nuevo, que los liberara.

Era un contexto ideal, era la plena explosión de la liberación femenina, de bandas íconos de la época como los Beatles que pregonaban por la paz y el amor, el surgimiento de la cultura hippie, de drogas como el LSD y de ideas revolucionarias instauradas en los jóvenes estudiantes luego de la muerte del “Che” Guevara en 1967.

Aunque el escenario estaba casi listo, resultaba difícil imaginar un intento de revolución en Francia, dado que la Administración del país estaba a cargo de Charles de Gaulle, quién años atrás fuera el líder de las fuerzas armadas francesas que expulsó a los alemanes durante las 2º Guerra Mundial.
No obstante, esto poco les importo a los jóvenes y comenzaron a gestar lo que seria su grito de protesta. Contando con el apoyo de pensadores de la época (como Herbert Marcuse por ejemplo), las marchas no se hicieron esperar e invadieron el Barrio Latino, sitio en dónde se concentraron las manifestaciones y la represión policial no se hizo esperar.

Pero ni la represión, ni el posterior estado de sitio que decretar el presidente los iba a frenar; durante el tiempo que duró lo que fue denominado la “semana rabiosa” (del 3 al 15 de mayo de 1968) lograron el apoyo de la Juventud Comunista Revolucionaria, el Partido Socialista Unificado y los anarquistas, más tarde se le sumaría la CGT.

Éste recorrido de días les permitió autogestionar las universidades, un acontecimiento profundamente ligado a lo que fue la reforma de 1918 en Argentina y establecer una creativa cultura de graffitis, pintadas, pancartas con dibujos y leyendas que iban desde lo político y económico hasta lo social y laboral.

El movimiento llegó a paralizar al país, y movilizar a más de 1 millón de personas en busca de la transformación, sin embargo y por más que los intentos hayan sido muchos, carecieron de una conducción política y eso derivo en el final sin logros aparentes del movimiento.
Los sindicatos negociaron sus sueldos con el gobierno y la alianza con los estudiantes se terminó, hubo elecciones a finales de junio de ese año y de Gaulle volvió a ser elegido, dando prácticamente por sentado que las cosas no iban a cambiar y aunque años más tarde haya asumido un presidente socialista, la transformación anhelada no se hizo realidad.

Muchos dicen que fue un fracaso, que no impacto en la política como se esperaba, pero sembró nuevos ideales que prevalecieron más allá del tiempo y cambios sociales profundos que conviven hoy en día en la mayoría de las comunidades.
Entonces la definición que le da la sociedad a los hechos de mayo del 68 es la de revolución a medias, aunque mejor sería definirla en una de las frases que utilizaron durante la rebelión estudiantil: “No es una revolución, majestad, es una mutación”.

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